"El otro sastrecillo"

Autor/a: M.ª Teresa Aretzaga

Ilustraciones de: Montse Tobella

Editorial: Edebé

Resumen: 

Hace muchos años, en un pueblo, vivía un sastre llamado Juan. A Juan le encantaba su oficio, pero tenía un pequeño defecto: era muy miedoso. Le daba miedo todo: los ratones, las moscas, las sombras... Y sus vecinos no hacían más que gastarle bromas pesadas cuando salía de su casa. Al fin, llegó un momento en el que el sastre no salía de su casa ni para comprar pan. 

Una noche, unos ladrones entraron a desvalijar su casa, pero Juan lo único que hizo fue esconderse, y a la mañana siguiente ya no le quedaba nada. Fue entonces cuando se marchó del pueblo para buscar trabajo. En el camino le ofrecieron varios oficios, pero como en todos había algo que le daba miedo, no aceptó ninguno.

Finalmente, llegó al castillo del rey, donde encontró trabajo como tercer sastre. Allí se enamoró de Dorinda, la bella princesa. Pero poco después se enteró de que la joven se iba a casar.
Y así fue. Se celebró un reñido torneo que duró dos días, y que finalmente tuvo un ganador: el caballero verde. Pero cuando ya iban a darle la mano de la princesa, apareció un extraño personaje en una alfombra voladora, al que el rey ya conocía.

Ese malvado mago ya había atacado antes el castillo, diciendo que quería la mano de la princesa, y ahora aparecía de nuevo amenazante. Convirtió al caballero verde en cerdo, y le dio plazo al rey para que le diera la mano de su hija hasta la mañana siguiente. 
Cuando Juan se entera de lo ocurrido, sale temblando del torreón en el que se encuentran los sastres, y se dirige con seguridad a buscar al mago con esos poderosos poderes. Pero... ¿Conseguirá el sastrecillo derrotar al malvado mago con una de las suyas? ¿Qué pasará con la princesa Dorinda?
Lo podréis averiguar leyendo este fascinante libro.

Opinión:

Esta historia me ha gustado mucho, porque con los miedoso que era este sastre, junta todo su valor para salvar a su amor: la princesa Dorinda. Y además, le daba igual que no se casara con él Juan sólo quería verla feliz.