sábado, 14 de junio de 2014

Resumen sobre "Los caballeros medievales"

En la Edad Media, los caballeros eran nobles que servían a un poderoso señor o aun rey. Llegar a ser caballero conllevaba un largo y duro aprendizaje. 

La palabra caballero deriva de la palabra caballo. Y es que los caballeros empezaron a ser llamados así porque solían viajar a lomos de ese animal.



La formación del caballero


Todos los aspirantes a caballeros empezaban a prepararse en su casa, aproximadamente a los siete años. Practicaban con armas y caballos de madera, y se enfrentaban a muñecos giratorios que hacían las veces de enemigos.

Más adelante, a los diez o doce años, el futuro caballero se iba a vivir a la casa de algún importante señor. Allí continuaba su aprendizaje mucho más en serio. Lo nombraban paje, utilizaban armas de verdad y estaba al servicio de su señor.

Al cumplir catorce años, el paje se convertía en escudero y ya podía luchar junto a su señor.




La ceremonia de la investidura


Cuando llegaba el momento de ser armado caballero, se realizaba la ceremonia de la investidura. El aspirante, vestido de blanco y recluido en una habitación, velaba las armas durante toda una noche. Al amanecer, su señor lo cubría con un manto rojo; le entregaba unas mallas marrones, un cinturón blanco, unas espuelas de oro y una espada de doble filo, que simbolizaba la justicia y la lealtad; y, finalmente, le daba el espaldarazo.

El espaldarazo consistía en tocar con la espada la espalda del escudero mientras se pronunciaban unas palabras. El aspirante quedaba así armado caballero.



Los torneos


Los torneos eran competiciones en las que se enfrentaban los caballeros cuando no había guerras. Los contendientes ganaban importantes premios. El combate estaba arbitrado por otros caballeros, que actuaban como jueces.



La armadura


La armadura de los caballeros aproximadamente pesaba cincuenta kilos. Ellos solos no podían subir al caballo, por eso necesitaban la ayuda de pajes y escuderos.

A caballo, el pesado traje servía a los caballeros de protección; pero, si eran derribados, en tierra no podían moverse con facilidad y corrían el riesgo de ser heridos.



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