sábado, 31 de mayo de 2014

Ficha sobre la lectura "Un país con demasiados reyes"


Título: Un país con demasiados reyes.


Autor: Miguel Ángel Mendo.


Resumen: En un pequeño país, ocurría una cosa bastante peculiar: todos sus habitantes eran reyes, sus esposas, reinas, y sus hijos e hijas, príncipes y princesas.
Las tiendas de muebles vendían tronos y camas imperiales, todas las personas compraban capas de piel de armiño y, en ves de sombrererías, había coronerías, porque cada uno tenía su propio estilo de corona.
Un raro día apareció por allí un joven caballero que se había perdido por aquellas tierras. Estaba hambriento y, al toparse con los primeros palacios, se encontró a un pequeño príncipe jugando en el suelo.

El joven apenas había articulado palabra cuando el niño le interrumpió, ordenando que le llamara
Majestad. Cuando el joven prosiguió con su pregunta, el príncipe se interesó por quién era, interrumpiéndole de nuevo. El caballero explicó su situación y, a mitad  de frase, el niño sacó sus propias conclusiones, diciendo que el recién legado era un súbdito. Más contento que unas pascuas con su nuevo súbdito, el pequeño príncipe exigió al joven que le trajera un chicle de fresa.

 

Cansado ya de esa absurda conversación, el caballero formuló de nuevo su pregunta, e interrumpiéndolo otra vez, el niño gritaba enfadado porque su "súbdito" no le obedecía.
Alarmados por ese griterío, casi todo el pueblo se reunió allí, curioso.

El caballero se quedó asombrado al ver tal número de reyes, reinas, príncipes, princesas...


Nada más se enteraron de que aquel extranjero no era un rey, comenzaron a bombardearlo con órdenes de todo tipo: que si llévame este paquete, que si péinate con la raya al otro lado, que si no se qué, que si no se cuánto... Un caos total para el pobre caballero.
De pronto, empezaron a discutir de quién era el nuevo súbdito. La cosa empeoró, pues parecía que en cualquier momento el joven se iba a romper de los tironas que le daban. La cosa se puso mucho más negra todavía, y en medio de aquel barullo de puñetazos, patadas e insultos, el caballero a duras penas pudo escapar.

De pronto, una de las cientos reinas lo vio y se aferró a su pierna, suplicando que no se fuera. Cuando éste logró soltarse y montar en su caballo, a velocidad supersónica salió pitando de allí. Cuando miró hacia atrás para comprobar que no había sido una pesadilla, observó que una formidable cantidad de reyes, reinas, príncipes y princesas corrían tras él, suplicando que se quedara.
Pero, ya era un poco tarde, el caballero, atemorizado y atónito a su vez, achuchó a su caballo en señal de que no dejara de galopar hasta perder de vista a esa extraña tierra de reyes y reinas.


Opinión: me ha parecido una historia un tanto peculiar. Personalmente pienso que esos habitantes eran unos avariciosos todos, y que sólo les importaba mandar sobre algo o alguien.

Aún así, aunque los reyes hubieran tratado al chico menos bruscamente, éste no hubiera podido ser el súbdito de todas aquellas personas, porque si no ¿¡qué hubiera sido de él!? Seguramente hubiera explotado de estrés.

Lo mejor hubiera sido que dejaran esa estupidez de que todos son reyes y elegir un rey y una reina como Dios manda, aunque no hubiera sido ese caballero, y así todos vivirían mucho mejor y sin preocupaciones.

Aníbal, un famoso militar cartaginés


Aníbal fue un famoso militar cartaginés que, según la leyenda, hizo jurar odio eterno a los romanos ante los dioses. Tras la muerte de su padre y el asesinato de su cuñado Asdrúbal, Aníbal sumió la jefatura del ejército cartaginés que ya entonces controlaba el sur de Hispania.



Aníbal consiguió ganarse el miedo de los romanos. En el siglo 208 a.C., Aníbal concedió a su hermano Asdrúbal el mando de las tropas en Hispania y partió a Italia con un ejército de 60.000 hombres y 38 elefantes. Después de atravesar los Alpes y muchos más territorios, llegó a la llanura del Po, donde derrotó a los romanos sucesivamente en varias ciudades. Esta fue una de sus hazañas más conocidas en la historia militar.




Al año siguiente salió victorioso de nuevo ante los romanos. Tiempo después, el hermano de Aníbal, Asdrúbal, murió derrotado por Claudio Nerón, en una de sus batallas.
En otra de sus batallas, Aníbal tomó posiciones junto al río Aufidus, allí esperó y aniquiló al ejército romano compuesto por más de 50.000 hombres bajo el mando de Lucio Emilio Paulo, que murió también en la batalla.



El curso de la guerra cambió gradualmente en contra de Aníbal. El gobierno cataginés se negó a enviarle refuerzos.
Aníbal intentó tomar Roma, pero los romanos mantuvieron con éxito sus posiciones. Aníbal perdió la lealtad de muchos de sus aliados itálicos y las esperanzas de reponer sus tropas con nuevos soldados.
Tras la firma de un tratado de paz con Roma, Aníbal inmediatamente comenzó a preparar la reanudación de la lucha.



Aparte de otras acciones, Aníbal redujo la corrupción del gobierno, pero los romanos lo acusaron de intentar romper la paz y fue obligado a salir de Cártago, refugiándose en la corte de Antíoco III, rey de Siria. Luchó junto a él contra los romanos, pero cuando Antíoco fue derrotado y firmó un tratado con Roma prometiendo la rendición de Aníbal, este escapó para refugiarse con Prusias II, rey de Bitinia.
Cuando Roma pidió de nuevo, y consiguió, la entrega de Aníbal, este se suicidó.



Y fue así como Aníbal se pasó prácticamente toda su vida intentando derrotar a los romanos, cosa que, finalmente, no consiguió, aunque conquistó muchas de sus ciudades. Y murió cuando Roma, por fin, lo atrapó.


Trabajo realizado por: Fátima y Salomé.

viernes, 30 de mayo de 2014

Mi amiga Cristina.

Mi amiga Cristina tiene una buena altura para sus once años. Sus cabellera viste de color castaño oscuro, y casi siempre la lleva al viento, pocas veces le quita la libertad, como un pájaro enjaulado. Es liso, siempre descansando en sus hombros, igual que un gatito manso y suave.
Su cara es redondita, como de porcelana, y sus graciosos mofletes le dan un toque de gracia a su sonrisita de ángel. 


Sos ojos van a juego con el color de su piel, castaños, claros y brillantes como un diamante de incalculable valor.
Su piel es morena y suave, igual que un osito de peluche. Le gusta vestir ropa de color, y complementarla con las inseparables pulseras de su mano izquierda.

Suele estar siempre alegre, aunque cuando se enfada, puedes esperarte cualquier cosa de ella, pero no es muy frecuente en una niña tan guapa.


Es muy listilla e inteligente, pero se lo digo con cariño. Siempre le gusta prestar su ayuda a quien lo necesite, por eso la admiro mucho.

Es una muy buena amiga, cuando hacemos los deberes nos ayudamos mutuamente. Indudablemente es una persona única en el mundo con su extravagante personalidad y su preciosa sonrisa.

¡Guapa y estudiosa, Cristina es así de hermosa!

miércoles, 28 de mayo de 2014

La ginkana sobre el alcohol y las drogas

Ayer, sobre las nueve y algo, vino una mujer a la clase a informarnos de que íbamos a hacer una ginkana. Bajamos a fuera y nos sentamos en el bordillo de la puerta del gimnasio.
Resulta que la mujer formaba parte del grupo de personas de "Aventura Sport". Íbamos a hacer una ginkana sobre el alcohol y las drogas.
Nos dio una charla sobre las consecuencias que tenía el tomar droga o alcohol.


Por ejemplo: aprendimos que el tabaco te hace envejecer antes, tus pulmones enferman y, a la hora de hacer algún esfuerzo te cuesta mucho respirar, aparte de la gran adicción que crea.
Así, algunas personas tienen que tomar medicamentos para dejarlo, o incluso nunca llegan a conseguirlo. 


El alcohol es prácticamente igual de dañino. Una vez que bebes en dos o tres ocasiones te enganchas y no puedes dejar de beber. Entonces vienen las enfermedades y las consecuencias graves.


Para que lo entendiéramos mejor, nos explicaron en qué consistía la ginkana.

Aunque antes hicimos una cosa un poco rara, nos levantamos y nos dirigimos hacia la pequeña pista que hay enfrente del gimnasio. Cuando la jefa de "Aventura Sport" nos decía:

- ¡Ahora somos ranas!

Teníamos que croar y saltar como las ranas, o:

- ¡Ahora somos gallos!

Teníamos que cantar y aletear como gallos.

Tras esto, nos dividimos en cuatro grupos de cinco niños y con cada grupo iba un monitor, la nuestra se llamaba Vero.
Nos dieron un papelito en el que ponía la pista del lugar donde se encontraba el sobre que teníamos que conseguir, cuando lo tuviéramos, teníamos que leer lo que ponía en él.
Hecho esto, memorizábamos por encima lo que ponía y le teníamos que decir después a nuestra monitora la frase y si era mito o realidad.
Depende del número que tuviera el sobre, teníamos que ir al círculo que tuviera ese mismo número, y hacer la prueba que pusiera en el círculo. Porque en el centro de la pista de fútbol había ocho círculos con ocho pruebas.


Las pruebas eran muy sencillas y divertidas, por ejemplo,en un recipiente lleno de garbanzos, tenías que encontrar los siete garbanzos que tenían las letras de la palabra GINKANA.


Y también había otra en la que de rodillas y con las manos en la espalda, tenías que empujar una pelota con la nariz hasta la línea de meta.

Igualmente había una en la que tenías que coger con la boca un vaso lleno de agua, y echar el agua de tu vaso al vaso del compañero que tienes al lado, así hasta que llegue al último compañero y este tiene que echar el agua a una jarra. Cuanta más agua tenga la jarra, mejor.


Esta era muy fácil, tenías que hacer los gestos de un animal y tu monitor tenía que acertarlo.

Otra era que tenías que llevar una bandeja con cuatro vasos llenos de agua hasta una línea y volver sin que se te esturrearan ni cayeran.

Otra consistía en que los componentes del grupo se tenían que colocar en círculo y pasarse dos pelotas a su antojo sin que a nadie se le cayera ninguna.

Esta consiste en que con las manos en la espalda tienes que llenar agua de un barreño y bebértela en un vaso agarrado con la boca.


Y la última prueba es que tenías que llenar una botella de plástico con cincuenta piedras.

Y esto ha sido todo. Me he divertido mucho aprendiendo algo nuevo y colaborando entre todos para hacer las cosas mejor.

Finalmente, han dicho los puntos que había conseguido cada grupo y, aunque no hemos ganado, mis compañeros y yo hemos aprendido que las drogas y el alcohol no nos benefician para nada, y no debes engancharte nunca.

¡No al alcohol, no a las drogas, te estás matando a ti mismo!
¡Déjalo ya!