Con esta edad le diagnosticaron una enfermedad que los doctores describieron como una congestión aguda del estómago y el cerebro.
Hellen no tuvo la enfermedad por mucho tiempo, pero ésta dejó sus huellas: ceguera, sordera e incapacidad para hablar.
Pero estas discapacidades no lograron retener a Hellen a la hora de comunicarse. A los siete años, la pequeña ya inventó más de sesenta distintas señas para poder comunicarse con su familia.
Poco después, los padres de la niña contrataron a la profesora Anne Sullivan para que instruyera y enseñara a Hellen a comunicarse a través de los signos con un aprendizaje más abierto. El encuentro de la profesora y la niña dio paso a una gran amistad entre Anne y Hellen. La muchacha se fue a vivir con la maestra y fue aislada de su familia. Trabajaron y convivieron juntas durante 49 años.
Anne enseñó a Hellen, entre otras cosas, a leer en francés, alemán, griego y latín a través del sistema braille.
Gracias a la ayuda de Anne, Hellen, con 20 años, fue la primera sorda que entró a la universidad.
Pasado un tiempo Hellen se convirtió en una tremenda fuerza de voluntad para todos los discapacitados del mundo. Fundó una organización para la prevención y el tratamiento de la ceguera.
Hellen escribió numerosos libros sobre su motivación para el activismo.
Tuvo una larga y feliz vida, muriendo a los 88 años de edad. Hasta hoy es un icono de la superación y de los corazones fuertes.
Trabajo realizado por: Fátima y Raúl
No hay comentarios:
Publicar un comentario