Autor: Gianni Rodari (Adaptación).
Resumen: Juanito Pierdedía decidió ir a Roma para tocarle la nariz al rey. Aunque sus amigos intentaron que cambiara de opinión, Juanito era muy cabezota y no hizo caso.
Mientras preparaba el equipaje, para entrenarse fue a visitar al alcalde y al máximo jefe del ejército, y les tocó la nariz con tanta prudencia que estos apenas se dieron cuenta.
Al llegar a la ciudad Juanito averiguó donde vivían el gobernador, el presidente y el juez. A todos ellos Juanito les tocó la nariz y ni siquiera se enfadaron.
Juanito tenía un bloc donde anotaba todas la narices que tocaba, y, por supuesto, todas eran importantes. Al llegar a Roma el número de narices aumentó y Juanito tuvo que comprar una nueva libreta aún más grande.
Bastaba con caminar un poco y encontrar un par de excelencias, algún viceministro y una decena degrandes secretarios.
De presidentes...bueno, había más presidentes que mendigos. Además, el toquecito que Juanito les daba en la nariz lo consideraban como un homenaje a su autoridad.
Aunque ya tenía el bloc lleno de narices de gran prestigio, Juanito no había olvidado su principal propósito, que era tocar la nariz del rey, y esperaba la oportunidad para hacerlo.
Más tarde, el rey se presentó en un gran desfile. Por supuesto, Juanito estaba allí. Observó que de vez en cuando, alguien de la muchedumbre saltaba a la carroza real y le entregaba un sobre al rey, y este se lo daba al primer ministro.
Cuando la carroza estuvo lo bastante cerca, Juanito pegó un salto y se subió a ella. Mientras el rey le mostraba una amplia sonrisa, Juanito frotó suavemente la punta de su dedo índice con la punta de la nariz de Su Majestad.
Pidiendo permiso se despidió Juanito, y, mientras el rey se tocaba la nariz, estupefacto, y abría la boca, Juanito ya había desaparecido con de salto.
Los ciudadanos aplaudieron animadamente, e inmediatamente se apresuraron a seguir el ejemplo de Juanito.
Aunque el primer ministro había intentado tranquilizar al rey diciéndole que era una nueva señal de respeto, este no tenía ningunas ganas de reír, porque ya le dolía la nariz y comenzaba a gotearle, y apenas tenía tiempo de sonarse, porque sus fieles seguían agarrándole alegremente por la nariz.
Y aquel mismo día, Juanito abandonó Roma y viajó de nuevo hasta su pueblo, muy satisfecho de volver con su afanado propósito cumplido y con muchas más narices en el bloc.
Opinión: a mí me ha gustado mucho esta peculiar historia, porque demuestra que aunque fuera cabezón o como quieras llamarlo, Juanito tenía su propósito, y como se lo propuso en serio, lo consiguió. Y además pudo tocar muchas más narices. Y encima puso la nueva moda de que en vez de hacer una reverencia, pues tocas la nariz. Ha sido un cuento muy peculiar y humorístico.
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