En este nuevo capítulo Juan Ramón se está imaginando el que Platero vaya a la miga. Os preguntaréis que es la miga, y bien, así se le llamaba a párvulos antiguamente.
Juan Ramón le está contando a Platero cómo aprendería el abecedario y escribiría palotes. Porque Platero tiene cuatro años, pero ya parece un adulto, porque es grande. Y su dueño se pregunta: "¿En qué sillita te ibas a sentar tú, en qué mesa ibas tú a escribir, qué cartilla ni qué pluma te bastarían, en qué lugar del corro ibas tú a cantar, di, el Credo?".
Y es que antes en la escuela se decía el credo. Pero la profesora, doña Domitila, que vestía con unas faldas que llegaban hasta casi los tobillos, y toda de color morado, al igual que el pescadero, (no os penséis que es como ahora, no llevaba vaqueros ajustados). Le castigaría teniéndole dos horas hincado de rodillas en un rincón del patio, o le daría con su larga caña seca en las mano, o se comería la carne de membrillo de su merienda, o le pondría un papel ardiendo bajo el rabo, o le pondría las orejas tan coloradas y calientes como se le ponían al hijo del aperador cuando va a llover...
Porque antes, los castigos no eran como ahora, a lo mejor te ponían de rodillas en un rincón con los brazos extendidos y sujetando un par de libros gordos en cada mano que te hacían otra cosa...
Pero no, Juan Ramón no quiere que vaya a la escuela para que los niños se rían de Platero, él le enseñará todo lo que haga falta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario