Daniel,
un niño apodado “Mochuelo”, recuerda su última noche en el
valle. Es su última noche porque se va del lugar en donde estaba
viviendo hasta ahora. Pero de pronto llega la Urraca, que se va a la
Cullera a por leche. A venido para despedirse del niño:
-Adiós
Uca-uca-. Le dice Daniel a la Urraca, tras ella comunicarle que no
podrá despedirle en la estación.
-Mochuelo.
¿te acordarás de mi?-. Pregunta la niña.
Apoyando
los codos en el alféizar de la ventana, Daniel al fin contesta:
-Uca-uca...
No dejes que la Guindilla te quite las pecas, ¿me oyes?¡No dejes
que te las quite!
Y
se retiró de la ventana a punto de llorar. Esas fueron las últimas
palabras del Mochuelo a la Urraca.
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